Y
llegamos a Finisterre, aunque fuera en coche pero las fechas de vuelta
más que las ganas mandaban, eso si, no abandone el saco de dormir. Os
recuerdo para los que no visteis la entrada del Camino, dos
preadolescentes y un post adolescente
que debió quédarse con las ganas de ser scout y vivaquea en cuanto
puede. Y como es habitual siempre que he hecho camping, esta vez en la Playa de Estorde, y plantado
tienda, (bueno la montó él), llovió. Repiqueo de gotas de suave lluvia en la lona y rumor de olas de fondo.
Feliz desventura, que el fin de mi camino, que el fin de la tierra sea así.
Feliz desventura, que el fin de mi camino, que el fin de la tierra sea así.
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